Mucho se ha mencionado sobre cómo la pandemia a nivel global nos puso de frente a la tecnología, ya sea para trabajar, colaborar, comercializar o incluso “escapar” en algunos casos del encierro –en el caso del entretenimiento-.
Si bien quedó demostrado que la tecnología en su más amplio sentido aun no lo puede todo -como desarrollar rápidamente una vacuna contra el coronavirus- si ha sido evidente que este nuevo momento que atravesamos en lo social, económico, laboral y profesional se puede ver beneficiado por tecnología digital, llámense plataformas, canales, aplicaciones o herramientas de productividad y automatización.
Antes de COVID-19, ya muchos habían adoptado el uso de determinadas plataformas ya sea como clientes o como usuarios. Pero me atrevería a afirmar que pos-COVID19, hemos estado viendo y veremos cada vez con mayor recurrencia profesionistas y empresas que se salgan del modelo tradicional y accedan al entorno digital para ofertar sus productos y servicios de una forma más directa, transparente y sobretodo innovadora, aunque por supuesto cada vez más competitiva.
Quienes perdieron su fuente de trabajo formal a nivel mundial como consecuencia del impacto económico entre otras razones, pueden tomar de la mano a la tecnología y hacer una gran mancuerna. Por supuesto, ello implica tener ciertas destrezas aunque sean básicas para el manejo de la tecnología dependiendo del propósito para el que será utilizada y en caso contrario realizar una inversión inteligente adquiriendo tales habilidades mediante formación o capacitación.
Por todo esto, no deja de resultar absurdo que justo en el momento en que la economía requiere reactivarse –particularmente en México-, haya entrado en vigor desde el 1 de julio pasado la reforma fiscal que grava los servicios proporcionados por plataformas digitales con el IVA (Impuesto al Valor Agregado).
Esto afecta a las plataformas de streaming como Netflix, Spotify, Youtube; a los servicios de intermediación como Uber, AirBnB, Mercado Libre y a las herramientas de enseñanza a distancia como Coursera o Miríada, por mencionar algunos.
Si bien muchos países ya han adoptado una medida similar, otros tantos han puesto en pausa su ejecución pues están conscientes del gran impacto que puede acarrear a la economía digital o no.
A casi 3 meses de haber entrado en vigor tal reforma, para evitar ser sancionadas 35 empresas tecnológicas ya se han registrado ante el SAT con lo cual el fisco “sabrá” cuando los profesionistas independientes o vendedores hagan uso de tales herramientas en su modelo de negocios sin posibilidad de escapar a la carga tributaria. Ya no mencionemos que además en otros casos –si no es que todos- el nuevo impuesto también “alcanzará” al cliente final.
Una vez más queda en evidencia que el presente el Gobierno no solo carece de una estrategia digital en lo macro, atenta además contra todo lo que desconoce, en este caso, el ecosistema digital que es tan necesario acceder ya.
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