Hace unos días, en la inauguración de un evento de tecnología realizado en la ciudad de México -patrocinado por una de las compañías de telecomunicación más importantes en nuestro país- se presentó el físico Michio Kaku y comentó acerca del futuro digital.
Mencionó algunas megatendencias que han estado haciendo acto de aparición en los últimos años y cómo se perfilan para los tiempos venideros la biotecnología, la nanotecnología y la inteligencia artificial. También refirió cómo estas tecnologías serán más baratas y eficientes, estando así disponibles al alcance de todos y generando bienestar en la vida de las personas.
Me preguntaba si esta afirmación era particularmente cierta para México. De acuerdo con último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza aumentó en México en el último año alcanzando 55.3 millones de personas que vive en situación precaria, lo cual representa que aproximadamente 1 de cada 2 mexicanos es pobre.
Aun cuando la pobreza tiene aspectos multidimensionales como el ingreso, la calidad de vivienda y el acceso a los servicios de salud entre otros, no es el único tema preocupante en México. Están también – y comentados en otras de mis colaboraciones- la corrupción, la educación y la competitividad por mencionar algunos.
¿Cómo entonces podemos aspirar a que las tecnologías que se avecinan con una velocidad y realidad impresionantes, estén al alcance de todos los mexicanos y sobretodo, puedan ser un factor distintivo en su calidad de vida? O será que, ¿el Dr. Kaku se refería al otro 56% de mexicanos cuyas condiciones de vida son radicalmente diferentes al resto?
Sin duda, la tecnología es un factor influyente en el ecosistema organizacional y social de cualquier país. Pero en el mismo sentido, este aspecto está influido por aspectos políticos, económicos y sociales y estos a su vez son impactados por lo que sucede en un orden mayor, el ámbito global. Por lo que, fácil no está pero tampoco imposible. Entonces considero que, para poder hacer realidad las afirmaciones del Dr. Kaku, tenemos mucho por trabajar en tres vertientes: Educación, Innovación y Ética.
Con relación a la educación, es necesario letrarnos tecnológicamente para entender los beneficios pero también los riesgos. Respecto a la innovación me refiero a no sólo adoptar la tecnología o emplearla de manera convencional, sino con un enfoque de creación de valor. Y por último, cuando hablo de la ética pienso que es indispensable hacerlo con base a principios y valores profesionales y universales.
¿De quién es la responsabilidad? De todos. El gobierno, las instituciones, las organizaciones, los profesionistas, las personas en sí. Y aquí es necesario incluir al 100% de la población.
Sólo en la medida que apliquemos la tecnología de forma innovadora y responsable, ésta podrá ser útil no únicamente para un segmento de la población. Así estaremos seguros que la tecnología impactará positivamente en los ámbitos personal, profesional y social de todos los mexicanos.